Las pinturas de la Capilla Sixtina de la Catedral de San Pedro de Roma son una cima inalcanzable del arte universal. Sus pinturas, su miríada de personajes, se pueden leer tal cual, como recreaciones de diferentes pasajes de la Biblia, o, de una manera menos obvia, como aviesas o curiosas puestas en escena con las que su autor quiso decir sin decir.

Miguel Ángel pintó el techo de la Capilla Sixtina y se resistió a hacerlo porque siempre pensó que su arte era el de esculpir y que alguno de sus artistas enemigos le habían propuesto al Papa para verlo fracasar. Pintó, en dos etapas, más de 300 figuras para la Creación, el Juicio Final, El Diluvio Universal, Adán y Eva o el Jardín del Edén.

En las pinturas hay testimonios al fresco de venganzas reales del maestro. Sí, pinturas de personajes contemporáneos que reinterpretó según su criterio. En la representación del Juicio Final, en una parte de su escena, aparece el retrato de Minos, el guardián de los infiernos, nada menos que con orejas de asno.

El tal Minos es el retrato fiel de Biagio da Cesena, un asistente del Papa y personaje muy crítico de la pintura de Miguel Ángel que se quejaba una y otra vez de los desnudos  plasmados por el maestro. Tanto hartó al pintor que decidió llevarlo a la posteridad tocado de orejas de burro como ejemplo de lo que sentía sobre sus comentarios.

Para los más curiosos, la búsqueda del punto donde muerde la serpiente a Biagio. Un fuera de juego para la Eternidad, pictóricamente hablando, claro.

Dicen que da Cesena se quejó al Papa Pablo III de cómo lo había y dónde lo había pintado y que éste le espetó que no podía hacer nada por él porque, colocado en el Infierno de Miguel Ángel, su alma ya estaba condenada, nuevamente pictóricamente hablando, claro.

Pero Miguel Ángel, perdió, de alguna manera, su batalla. Años más tarde le fue encargado a un pintor de segunda fila, Daniele da Volterra, el tapado de los genitales de las figuras. Da Volterra ha pasado a la historia como ‘Il Braghettone’, algo así, como ‘El Pintacalzones’.

Si Miguel Ángel fue duro con da Cesena, no menos lo fue consigo mismo. Es célebre el colgajo de piel deforme que sostiene la figura de San Bartolomé junto a Jesús en el que se puede distinguir con total nitidez las facciones del pintor.

La piel sostenida por el santo viene a significar la lucha de la fe por abrirse camino, el motivo del porqué Miguel Ángel decidió convertirse en centro de esa batalla tal vez tenga que ver con su propio sentir interior. Algo que se nos escapa a la comprensión, pero que vista la posición central de la escena, no deja de llamar poderosamente la atención.

Hay quien ha querido ver no poca misoginia en las representaciones femeninas del maestro en las pinturas de la Capilla Sixtina, quienes dan pábulo a estas interpretaciones se fijan en lo hombrunas que representan a algunas de las féminas clásicas y bíblicas.

Un ejemplo evidente es el ‘armario de dos puertas’ de la figura de la sibila Cuma que parece haber nacido y haberse criado en un gimnasio. Un auténtico portento físico masculinizado.

Si vas a viajar a Roma, no te pierdas la visita a la Capilla Sixtina y toda la serie de curiosidades pintadas por el genial Miguel Ángel.

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Las malas artes de Miguel Ángel hacen sombra en la Capilla Sixtina.

Biagio da Cesena en la Capilla Sixtina.
Biagio da Cesena en la Capilla Sixtina.

Recursos para el Viaje:

Hoteles: http://www.guias.travel/ver/?city/it/rome.es.html
Vuelos: http://www.guias.travel/vuelos/
Tours y Actividades para hacer en Roma: http://www.guias.travel/ver-tours/?Roma/d511-ttd
Guía de Roma: http://www.viajararoma.com

Autor

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona. Periodista, redactor, comunity manager e informador gráfico, residente en Las Palmas de Gran Canaria, y colaborador en diferentes medios locales de las Islas Canarias y españoles.

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