El Árbol de Diana es una maravilla natural, un coloso de la naturaleza, que crece en un parque al oeste de París, en la distrito de Yvelines y a dos pasos de Versalles y sus palacios. Se trata de un sicomoro plantado por una de las cortesanas favoritas del rey francés Enrique II, Diana de Poitiers. De ahí su nombre.
La Porte Saint-Denis de Chantilly es un edificio que no lo es, es una construcción que parece terminada, pero que no lo está y es un lugar clave de la ciudad, que es un congestionado acceso de vehículos, pero que apenas consta en las guías de viaje que describen el patrimonio de Chantilly. La Porte Saint-Denis es una pieza ausente y presente a partes iguales del patrimonio histórico y arquitectónico de Chantilly.
El Hotel de Postes de Chartres, la central de Correos de la ciudad, ofrece una acertada perspectiva de la época en la que se construyó. Fue diseñado por un arquitecto comprometido con la finalidad social de los edificios públicos, se levantó en una época de importantes cambios tecnológicos, y, en apariencia, sólo en apariencia, su perfil parece rememorar la estética caduca decimonónica de las viejas construcciones eclécticas. Pero sólo por fuera, la estructura del edificio de la central de Correos de Chartres se hizo entre 1919 y 1928 con un revolucionario armazón de hormigón armado, todo un desafío para su tiempo.
Cuando pensamos en viajar a nuestro país vecino Francia nos viene inmediatamente a la cabeza su imponente y atractiva capital, que sin duda es uno de los lugares más visitados del mundo. Sin embargo, el país galo esconde un sinfín de lugares preciosos repartidos por toda su geografía, de norte a sur y de este a oeste.
Chartres es famosa por su catedral arrebatadoramente gótica, impresionante, con sus agujas de te llevan la mirada al cielo y vidrieras de colores que en días soleados de verano te abren esa mirada a brillos y tonos difíciles de olvidar.
Pero Chartres, además de su casco antiguo y de las casonas y mansiones de su comarca tiene entre sus calles dos curiosidades que no me resisto a proponerte que veas para que incluyas en tu tour de Chartes particular.
Francia es un estado aconfesional, sus ciudadanos hacen gala de ello, y, París, su capital, lo demuestra no haciendo ostentación de cultos o de encuentros religiosos en lugares públicos. La religión en París queda para dentro de las iglesias. Lo curioso es que la ciudadanía de París es multicultural, multirreligiosa, y, si bien, no hay una gran visibilidad en la calle de incluso las confesiones más mayoritarias, también es cierto que templos no faltan.