Una de las cosas que más me gusta de la ciudad de Glasgow no tiene nada que ver con su patrimonio cultural, con sus edificios, sino con su ambiente. Entendámonos, me refiero a algo tan común como el tiempo atmosférico. Glasgow es una ciudad del norte de Gran Bretaña y, como es lógico, no es difícil que la encuadremos sin darle muchas vueltas entre las más brumosas y frías con las que podemos compararla. Se nos antoja como otra Edimburgo sombría.
Pues no, Glasgow no es así. Y por éso este comentario en su favor. Tiene un clima local que no se corresponde con su posición geográfica y, para los que la vamos a ver con espaciada frecuencia, se trata de una bendición. Porque Glasgow tiene un clima parecido al de las ciudades del centro de Gran Bretaña. Una visita a Glasgow en primavera y, sobre todo, en verano, es, por ese motivo, singular, toda una experiencia.