La moda de los parques temáticos no para de extenderse. Están pensados para entretener, para divertir, están diseñados para un turismo familiar y no dejan de reproducirse a sí mismos con nuevas experiencias basadas en diferentes tecnologías a cual más efectista.
Islas artificiales dedicadas a países como las de los Emiratos Árabes, centros que apelan al mundo audiovisual o parques de aventuras americanos que ofrecen naturaleza y entretenimiento son algunas de las fórmulas más llamativas de sus originales puestas en escena.
Sin embargo, hay otros parques temáticos que no se venden como tales que dejan un rastro, creo que más profundo y duradero en el visitante.
Son los que yo llamaría parques temáticos históricos que consisten en agrupaciones de elementos patrimoniales unidos por un mismo tema y que representan una inmersión en un mundo ajeno, distante en el tiempo, menos efectista que los parques temáticos de aguas y toboganes, pero con un atractivo igual de singular.