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Granada

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Me seducen los lugares con encanto, rurales, apartados, llenos de vida natural, sosegados, en los que el tiempo parece que está a punto de pararse. Conozco muchos rincones así. Pero, tal como lo veo yo, no son más que una docena o poco más. Los exclusivos que son mis encantos.

Uno de esos sitios con sabor auténtico está en Granada. El Valle de Lecrín reúne esos requisitos. Naturaleza, tranquilidad, buen tiempo y una población local diseminada y siempre acogedora con el que llega de fuera para admirar lo suyo. Un lugar que seduce, que seduce, te lo aseguro.

Los viajes que llegan al interés del viajero con una experiencia previa vívida son los mejores. Porque la elección del destino se hace con un valor añadido, se va a conocer lo que te han contado, lo que has visto en imágenes, lo que has leído. Y se cierra el círculo cuando la experiencia en el lugar coincide plenamente con lo que se imaginó. Esos son los viajes que quedan prendidos en la memoria.

En las líneas que siguen, voy a hacer de cicerone para ti, voy a compartir contigo anécdotas muy curiosas de una zona de la ciudad de Granada que ya es una joya por sí misma. Te voy a contar algo del barrio del Realejo, la antigua judería de Granada. Todo, en la idea de bajes a Granada a descubrirlo por ti mismo.

¿Vives en España y sueñas con disfrutar de la Costa Tropical con aguas cristalinas y días soleados increíbles?. No creas que tiene que viajar a la Riviera Maya y hospedarte en un Complejo Turístico con el «todo incluído» y reposar en la tumbona mientras tomas el Sol mojito en mano…

Las tierras granadinas, como todos los rincones de España, tienen una riqueza gastronómica incalculable en gran parte gracias a la dieta mediterránea y también al buen hacer de las gentes de cada lugar. Entre las opciones gastronómicas de cada lugar suelen destacarse los dulces por encima de todo lo demás.

La Alhambra de Granada es  una de las maravillas de nuestro patrimonio cultural. Ahí tenemos a los cientos de visitantes que cada jornada se acercan como una riada a ella para honrar esa dignidad de ser un palacio árabe único, bello, magnífico.

Quién más o quién menos conoce algunas de sus dependencias, aunque sólo sea de oídas, como el famosísimo Patio de los Leones, el de los Arrayanes o el Salón de los Embajadores. Son estancias archifotografiadas. Sin embargo, hay algo que también hemos contemplado hasta la saciedad en ese mismo escenario, pero curiosamente sin haberlo visto. Lo hemos tenido delante de nuestros ojos, para no verlo.