Uno de los placeres más agradables de viajar es conocer la gastronomía de los lugares que se visita. He viajado mucho, tanto como para relativizar el papel de mis gustos de crianza.
Soy cafetero y hasta hago profesión de ello. Me encanta visitar ciudades y acudir a los lugares donde se sirve, o dicen que sirven, los mejores cafés y saborearlos. Esa es mi parte cafetera de los viajes.
Conozco cafeterías de altos vuelos pero con cafés mediocres prensados y pensados para turistas, pero también muchos tugurios a los que sólo se acerca la gente de los barrios con cafés que quitan el ‘sentío’.
Cafés arábicos expresso excelentes y tirados con mucho tino, con dos bajadas de pistón, ya sabes, a la italiana, para oxigenarlos y extraer todas sus esencias, aromas y sabor.