El famoso templo de la Sagrada Familia es el símbolo más representativo de la ciudad de Barcelona. También es un ícono de la arquitectura modernista de Barcelona y un referente de la arquitectura mundial. Su majestuoso y a la vez extraño exterior llama la atención y su excentricidad va más allá de su fachada, por este y otros motivos podemos decir que es uno de los monumentos más visitados de España.
Barcelona ofrece muchas oportunidades para quienes quieren visitar la ciudad y algo más. Para conocer su historia, su patrimonio, sus lugares únicos. Y unos de esos sitios originales pueden ser los que cuentan su las maneras de su arte más universal, el Modernismo, que hizo buen maridaje con el vino en bodegas que hoy se pueden visitar como piezas de gran valor arquitectónico.
La Villa de Sitges es una pequeña pero muy significativa del estilo modernista catalán. Fue a comienzos del siglo XX una meca para dar publicidad a sus creaciones. La burguesía local que se asentó en la población se dejó seducir por sus temas, por su vocabulario formal que hoy se puede seguir calle a calle, casa a casa por algunas de las vías más representativas del centro de la localidad. Es la Ruta del Modernismo de Sitges.
Barcelona es una ciudad que me fascina, que se me antoja diferente en cada visita, porque siempre acabo descubriendo algo nuevo, algo distinto, algo desconocido. Detalles sí, que me ayudan a componer un collage, el de una ciudad abierta formada por infinitas piezas.
Cuando evoco a Barcelona, en realidad, tal vez piense en el modernismo catalán como imagen fija que es así, un gran puzle visual, formado por esas piezas singulares.