De las murallas romanas de Londres se conserva muy poco, pero lo suficiente para ser un significativo testimonio de una época remota en la que Londinium, el viejo Londres imperial, se convirtió en una pieza estratégica de primer orden al borde del Támesis. Para descubrir sus restos hay que ponerse en el papel de Sherlock Holmes y caminar callejero arriba, callejero abajo ¿Te apuntas?
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