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El río Tíber hizo grande a Roma, le dio agua, sustento, una leyenda fundadora en la que creer y un padre del que dejarse guiar. La Roma antigua no se puede entender sin su río Tíber. Y hoy creo que es uno de los alicientes turísticos de la Ciudad Eterna. Me gustan las ciudades históricas con ríos ¿se nota?

La Fontana di Trevi es la fuente barroca más grande y más popular de la ciudad de Roma. Se construyó en el siglo XVIII en una mezcla muy lograda de clasicismo y barroco. Tal vez la imagen más recordada de este conjunto monumental sea la escultura del dios Neptuno. ¿Pero por qué Neptuno? Pues porque el tema de la Fontana di Trevi es el mar. Un trozo de mar evocador del océano a 20 kilómetros del Tirreno.

Una de las construcciones más impresionantes de la ciudad de Roma es la cúpula de la Basílica de San Pedro. Su ubicación en el cielo de la capital italiana, y, sobre todo, su altura, la convierten en una referencia en el horizonte y en los paisajes urbanos romanos. La Cúpula de San Pedro del gran Miguel Ángel está en casi todas las vistas panorámicas de Roma.

Roma, conocida como la Ciudad Eterna, es un destino único y precioso que todos debemos visitar una vez en la vida, y muchas más por supuesto si tenemos la ocasión. Roma alberga una apasionante historia a sus espaldas, que se aprecia a cada paso a través de sus numerosos monumentos y restos arqueológicos originarios de la Antigüedad.  La ciudad de Roma es historia y cultura en estado puro.

Las Catacumbas de Roma son un patrimonio histórico italiano enterrado, vuelto del revés, la antítesis del mundo de arte y esplendor clásico que corona las calles y la superficie de la Ciudad Eterna.

Sus cifras asombran. Se han localizado, prácticamente bajo la Via Appia, algo más de sesenta que supusieron taladrar la toba volcánica del subsuelo romano y abrirla en túneles a largo de años y años de trabajos callados, ocultos, secretos. Se han contabilizado 170 kilómetros de túneles y, asómbrate, tres cuartos de millón de tumbas, una ciudad de los muertos enterrada. Créelo. Tienes que verlo.

El Emperador romano Tiberio era un tipo especial, distinto. Valeroso como general, apocado e indeciso para lo que realmente convenía; inteligente y con pocas luces, en ocasiones. Dueño al final de una biografía llena de demasiados contrastes e incógnitas. A Tiberio se le puede seguir en la costa del Mar Tirreno italiano por los rastros de las arquitecturas que levantó en sus exilios y retiros.

Sobre el Coliseo de Roma te puedo contar un montón de historias  que seguro que podrás encontrar en cualquier guía de turismo de Roma. Se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo todavía más en el futuro, porque el conjunto es una pieza indispensable de cualquier visita en Roma y conocerlo con mayor o menor profundidad es clave para comprender el significado de la construcción y los de sus usos a lo largo del tiempo.

La ciudad de Roma está llena de detalles que hacen las delicias de los viajeros más curiosos. Su patrimonio histórico artístico está literalmente en la calle o es accesible para los viajeros, a la vista o al alcance. Afuera, esculturas, formas arquitectónicas se deshacen en trampas estéticas para las miradas sensibles; dentro, en los interiores, las oportunidades de recrear el gusto por lo pequeño se queda sin límites.

Tal vez sea el carácter latino de los italianos, estetas que llevan el gusto por la composición en la sangre; tal vez sea por un instinto natural, por querer ver y mostrar otro lado de la realidad de una Roma que se puede ver igual de grande en sus pequeñeces.

Un lugar con encanto y con valores añadidos cerca de Roma, sobre todo en verano, es Ostia. Bueno, en realidad una de las dos Ostias, la bulliciosa, balnearia y playera, de clubs náuticos, nacida de los fastos mussolinianos, de terrazas atestadas de domingueros romanos y de turistas de sol y playa; y la otra, la que te quiero contar, la Ostia Antica, la que se derrama entre restos derruidos y semisepultados que se corresponden con la ciudad portuaria de la Roma antigua.

Ostia Antica era una colección de viviendas, almacenes, tiendas, molinos harineros, bares, más almacenes, templos de cultos exóticos, todavía más almacenes, largas avenidas y calles empedradas, un puerto hexagonal y numerosos espigones para estibar las cargas procedentes de todo el imperio y un rosario.., sí, de más almacenes.

Roma es una ciudad llena de encantos por descubrir. Tiene como todas las capitales del sur, mucho de la creatividad y de la extroversión que se les supone a los latinos. Creo que se podría hacer un recorrido monográfico por los excesos de la capital del Tíber. Excesos del tiempo de los romanos, de la época clásica, excesos de ayer mismo.

Voy a comentar uno que creo ajustado a esa idea de la exuberancia latina que ni es de tiempos remotos, ni cae del lado del pecado o la turbidez moral. Quiero hablarte, pensando en interesarte para que busques el lugar en tu próximo viaje a Roma. Quiero contarte algo del Barrio del Coppedè, un distrito del norte de la Ciudad Eterna que tiene el nombre de uno de los arquitectos que contribuyeron a urbanizarlo. Gino Coppedè, arquitecto, sí, escultor, también, y decorador por más señas.

Hay quien pone horas y días para cifrar en cuanto tiempo podemos ver lo esencial de un destino turístico del que no conocemos nada. Poco o nada. Circuito de Nápoles básico en un día, Turín en unas pocas horas, Génova, otro tanto.

Sin embargo, hay lugares que visitar que se salen de ese encorsetamiento horario, simplemente porque son inabarcables, por la bastedad de su patrimonio, por todo lo que hay que ver y que resulta esencial, esencial.