Londres aún conserva los restos de un mobiliario urbano muy curioso. Está ahí, entre sus calles, en sus esquinas, pero poca gente advierte del significado de esas estructuras que, a veces, también son difíciles de interpretar. Una de esa serie de elementos peculiares la constituye las pequeñas estaciones telefónicas o de radio de uso bidireccional de la policía que había en muchas esquinas.
Eran teléfonos de emergencia que conectaban con la policía o con los servicios de urgencias y que se podían usar en casos de necesidad en la calle. Eran tiempos en los que los teléfonos móviles ni se soñaban. Apenas quedan un puñado de estaciones de emergencia en la capital británica.
Corta lista
Una está en St Martins Le Grand, otra se puede ver junto a la Estación Victoria, bastante dañada por cierto, otra en Aldgate, junto a la Iglesia de St Botolph, y una última en Grovesnor Square, junto a la Embajada de los Estados Unidos. En Earls Court, hay una cabina telefónica, la única en su género que queda en Londres, que recuerda a las que se veían en las películas de serie B del Dr. Who. Una rareza entre estas curiosidades.
Pero hay algo más sobre este tema de vigilancias y policía. En Oxford Street, hay una pequeña gran joya de este género de objetos policíacos. Es del siglo XVII. Se trata del lugar que ocupaba cada noche un vigilante nocturno. El más famoso cuentan las historias se llamaba Charlin. Le pagaban a razón de un chelín por noche de vigilancia, o lo que es lo mismo, cinco peniques. Todo, antes de que existiera Scotland Yard o la Policía Metropolitana de Londres. Eran otros tiempos.
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