Horse Guards es el nombre que recibe un histórico edificio de la ciudad de Westminster en Londres. Se trata de un cuartel militar y de unas caballerizas donde duermen hombres y caballos que forman la guardia real a caballo de la Monarquía Británica. Los que participan en esas revistas que seguro que recuerdas. Horse Guards acoge -y éso es lo más interesante- el Museo de la Caballería Real.

El edificio original del Horse Guards fue ordenado construir por el rey Carlos II en 1663. Se levantó en ladrillo rojo y costó la friolera de 4.000 libras de la época al cambio actual. El edificio tenía un pabellón central con una alta torre de reloj y una arcada que conectaba los palacios de Whitehall y St James’s.

La entrada al parque, que luego pasó a ser un jardín privado cerrado, estaba controlada por pases especiales de marfil emitidos que disfrutaban los cortesanos favorecidos. Una tradición que ha llegado hasta nuestros días, aunque el marfil ha sido sustituido por piezas de plástico. Sólo el rey o la reina británicos pueden atravesar el arco de entrada del palacio sin pase.

En un primer momento, el edificio sólo podía albergar a un centenar de caballos de la Guardia Real en la planta baja. En unos barracones, se acomodaban -separadamente- los guardaespaldas reales. Tras un atentado real ocurrido en 1698, la corte se trasladó al Palacio de St James, por lo que la función de los soldados a caballo pasó a ser puramente ceremonial.

Deterioro galopante

En los años siguientes, Horse Guards se empleó más como oficinas de carácter administrativo que como cuarteles. Este uso deterioró la construcción hasta el punto que los centinelas llegaron a correr un gran peligro. Literalmente, el edificio se les desmoronaba encima.

En 1745, el rey Jorge II encargó un nuevo edificio en el estilo de moda de Palladio que fue construido por el arquitecto William Kent . Al tener que reutilizar la misma parcela de tierra, Kent aprovechó la misma distribución que el edificio anterior. Sin embargo, el espacio interior se dobló. Cosa curiosa.

Kent murió en abril de 1748 antes de que el edificio antiguo de los Horse Guards hubiera sido demolido; el trabajo en el nuevo edificio comenzó en 1750 bajo la dirección del asistente de Kent, John Vardy y de William Robinson que gestionó la Oficina de Obras.

El costo de los edificios fue de 65.000 libras y tardó casi diez años en completarse. La caballería acabó por mudarse al ala norte del edificio en 1855 con 62 caballos, muy distinto de los 17 que forman la caballería real de hoy.

Los visitantes que acuden a ver el cambio de la guardia con caballos lo hacen a la hora justa, a las cuatro de la tarde, todas las tardes. Un acto público que se inició en 1894 cuando la reina Victoria sorprendió a los guardias bebiendo y apostando en vez de cumplir con su deber.

La reina decretó que la guardia sería inspeccionada todas las tardes a las cuatro durante cien años. A pesar de que la norma expiró en 1994, la reina Isabel II decidió continuar con la tradición por respeto.

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Horse Guards
Autor

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona. Periodista, redactor, comunity manager e informador gráfico, residente en Las Palmas de Gran Canaria, y colaborador en diferentes medios locales de las Islas Canarias y españoles.

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