Los reyes británicos tenían un punto de querencia por la pompa y la vanidad con resultados entremezclados que a veces me parece que no debía tener muchos límites, es cierto que unos monarcas más que otros. Una cuestión de excesos que se ve muy evidente en las decoraciones interiores de castillos y en la arquitectura de los pabellones de sangre real que aún están repartidos por las campiñas y las ciudades inglesas.
Uno de esos palacetes me parece especialmente pintoresco, le dicen pabellón ecléctico de aires orientalizantes, yo lo veo como un parque temático indio. Me refiero al Pabellón Real de Brighton, construido en el primer cuarto del siglo XIX por el rey Jorge IV, cuando ni siquiera era rey y figuraba en el escalafón real como Príncipe de Gales.
Dicen que a nuestro hombre le gustó el lugar en la costa al que había acudido por la fama de sus aguas mineromedicinales. Padecía gota. También se dice con acierto que buscaba un garito privado en el que verse con su mujer a solas. Y es que el príncipe se había casado ilícitamente con una católica y su matrimonio era mal visto y, peor, no podía ser reconocido oficialmente en cuestiones sucesorias. Huía de Londres para verse con su esposa ilegal.
Sea como sea, su vanidad le llevó primero a construir un pabellón grande pero normalito, si lo comparamos con lo que vino después. Pero al cansarse de una arquitectura que al final le debió parecer corriente, se decidió por refundar su Marine Pavillion, que era como se llamaba a la primera construcción, y ensoñar una nueva residencia de verano que imitaba la arquitectura de los palacios de la India con sus cubiertas en forma de bulbo de cebolla. O de ajo.
Hay que ver el palacio para admirar el recargamiento extremo de su arquitectura, desde el hall de entrada, al gran salón de fiestas y recepciones, de las caballerizas, al salón de banquetes, hay que ver la cocina francesa ultraequipada, pasando por las puertas, las galerías y los jardines diseñados por un reconocido paisajista.
Lo curioso del palacio fue su destino. La sobrina de Jorge IV, la reina Victoria, no quiso saber nada del palacete, estaba sumida como estaba en una especie de austeridad monacal. Los fastos personales, no los de Estado, le quedaban lejos de su sensibilidad. Por esa razón, no se decidió nunca a hacerlo residencia real formal. Dicen que apenas pisó el palacete una única vez.
Sería con posterioridad del ayuntamiento de Brighton el que se hiciera cargo del conjunto otorgándoles diferentes usos culturales a cuales más curiosos.
Los británicos, que son muy dados a exaltar los valores de la jardinería, han fijado en la publicidad circulante sobre el Pabellón de Brighton todas y cada una de las plantas y flores que estarán disponibles para el regocijo de los sentidos en cada visita, mes a mes. Clima británico no previsto aparte, claro. Así, para el verano destacan hasta quince variedades de retamas diferentes, para la primavera un recital florístico que empieza por las del almendro. Un espectáculo concertado, en cualquier caso.
Bueno, si quieres añadir el espectáculo de esta arquitectura ecléctica del siglo XIX que algunos considerarán como te digo, un trasunto de extravagancia; aquí te dejo el enlace de un apartado del sitio web www.viajaralondres.com en el que podrás encontrar información sobre la localidad de Brighton, para que puedas visitarla en una excursión de un solo día en los alrededores de Londres, o como gustes, faltaría más. Porque Brighton está al sur de Londres, en la costa y a una hora de camino. Este es el enlace para tu destino, la idílica y señorial ciudad de Brighton and Howe, su último nombre oficial: http://www.viajaralondres.com/?page=brighton.php
La casa de la playa de un rey que hizo el indio.
Recursos para el Viaje:
Hoteles: http://www.guias.travel/ver/?city/gb/london.es.html
Vuelos: http://www.guias.travel/vuelos/
Tours y Actividades para hacer en Londres: http://www.guias.travel/ver-tours/?Londres/d737-ttd
Guía de Londres: http://www.viajaralondres.com