En Londres, puedes encontrar muchos monumentos y rincones que te pueden resultar chocantes. Como si estuvieran fuera de lugar. Una de esas estructuras es el Obelisco de Cleopatra, la también llamada Aguja de Cleopatra, situada en el distrito de Westminster.
En realidad, la pieza nada tiene que ver con Cleopatra, pero la cultura popular le cargó un afortunado sambenito que cuajó. En realidad, su labrado en piedra de Asuán se corresponde con el reinado del faraón Thutmosis III, que gobernó allá por el 1.450 AC. Y fueron los romanos, los que siglos después lo trasladaron de su emplazamiento original en la ciudad de Heliópolis a la costera Alejandría, tal vez para embellecerla, tal vez para llevarse el monumento por mar a un destino más noble.