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Excursiones en París

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Los palacios fastuosos de Versalles, o los mismos castillos del Loira, siempre se me han antojado como grandes parques temáticos. Especialmente cuando se los visita en los días de agosto, cuando los turistas parecen hacer de las residencias algo parecido a un hormiguero. Y es que, cada año el Palacio de Versalles, por ejemplo, recibe una media de tres millones de turistas; los jardines, siete millones. Ahí es nada.

Las residencias reales, las de condes y duques, en un país como Francia orgulloso de su republicanismo, me parece que se han quedado como palabras sin voz para sostener cualquier discurso en defensa del papel de una vieja nobleza que hizo historia. Las grandes casas están, pero nada de lo que fue es. Todas me parecen, como digo, escenarios vacíos.

Y ninguna dependencia me inspira una sensación de vaciedad mayor que la que daba vida a las fuentes y cascadas de la propiedad de un primo del rey Luis XIV, Luis II de Borbón-Condé, los Jardines del Gran Condé en el Palacio de Chantilly.

Francia es un estado aconfesional, sus ciudadanos hacen gala de ello, y, París, su capital, lo demuestra no haciendo ostentación de cultos o de encuentros religiosos en lugares públicos. La religión en París queda para dentro de las iglesias. Lo curioso es que la ciudadanía de París es multicultural, multirreligiosa, y, si bien, no hay una gran visibilidad en la calle de incluso las confesiones más mayoritarias, también es cierto que templos no faltan.

Todos hemos encontrado algo cuando hemos llegado por primera vez un lugar que nos ha fascinado en un viaje previsto o que no hemos  organizado. Encontrar algo que descubrir es fácil, todo depende de nuestra sensibilidad, como sencillo resulta perder algo de lo que llevamos cuando viajamos.

Los objetos perdidos, en el mejor de los casos, acaban en una oficina. Las hay en estaciones de trenes, en aeropuertos y en las dependencias policiales. Pero ninguna tiene tanta fama como la que la gendarmería de París convirtió en su día en museo, el Musée du Service des Objets Trouvés, al que también se le conoce como Petit Musée des objets trouvés.