El Gran Salón de los Espejos del Palacio de Versalles fue para muchos científicos -y algún que otro charlatán de turno- una verdadera subida a los altares de la ciencia. Y es que ese era el lugar elegido por los reyes absolutos de Francia para ver las últimas novedades de la ciencia de su reino.

Si lo pudiéramos comparar en nuestros días con un evento de hoy, te aseguro que sería como la entrega de un premio Nóbel. Que el rey te llamara a su corte para ver en persona una demostración de tus descubrimientos en primicia era lo máximo.

No sólo te aseguraba notoriedad nacional y social, sino también un reconocimiento científico entre los especialistas de la materia y, también, con un poco de suerte, financiación, si el descubrimiento podía tener una aplicación pública o militar.

Los científicos esperaban que sus dispositivos, en el mejor de los casos, fueran adquiridos por el rey, comprados por nobles que pudieran ponerlos en fabricación en serie, o atraer un aporte de capital para conseguir los objetivos previstos del proyecto.

La vista en el Gran Salón de los Espejos era aún más importante porque resultaba difícil de conseguir, la proliferación de charlatanes que buscaban embaucar a la corte dejó tras de sí no poca desconfianza.

Un comité de expertos hacía las veces de tribunal examinador previo para determinar si un experimento o una nueva máquina pasaba el corte y era exhibida en el Gran Salón de los Espejos del Palacio de Versalles ante la corte.

Los diarios de la época, la Gazette de France y el Journal des Savants, en cualquier caso, relatan abundantes noticias de presentaciones que demuestran que fueron frecuentes. Había también un interés real por significarse como protector de los avances científicos y de la ciencia nacional al estilo que marcaba la filosofía dela Ilustración.

Es célebre en el anecdotario de las demostraciones científicas del Gran Salón de los Espejos la prueba de Abbé Nollet en 1746 con la que enseñó como se producía la corriente eléctrica. Nollet pidió prestado al rey 180 guardias reales para llevar los impulsos de una máquina eléctrica de su invención del primer soldado en fila al último, empleando como propagador eléctrico sus manos entrelazadas.

Fuera del Gran Salón de los Espejos se vio la primera gran exhibición pública de un globo aerostático fabricado por los hermanos Montgolfière en 1783. Los pasajeros fueron, en aquella ocasión, un gallo y un pato que regresaron al suelo sin dificultad alguna.

La presencia de embajadores extranjeros en las pruebas científicas llevaban de forma indirecta el mensaje de que Francia, y su rey, estaban a la vanguardia de la ciencia y un prestigio ganado en un salón cuya función principal siempre fue la de ser pista de baile.

Si te seduce la idea de visitar Versalles, ya sabes que el Gran Salón de los Espejos de Versalles fue un curioso foro de demostraciones científicas. Y éso, si quieres ver el Palacio de Versalles, aquí te dejo un enlace al portal Viajaraparis.com en el que podrás encontrar diferentes fórmulas para conocerlo dentro del formato de excursiones de un solo día en los alrededores de París. ¿Te apuntas?

http://www.viajaraparis.com/ciudades-para-visitar-cercanas-a-paris/versalles/

Experimento en el Gran Salón de los Espejos del Palacio de Versalles.
Experimento en el Gran Salón de los Espejos del Palacio de Versalles.
Autor

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona. Periodista, redactor, comunity manager e informador gráfico, residente en Las Palmas de Gran Canaria, y colaborador en diferentes medios locales de las Islas Canarias y españoles.

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