El Castillo de Chantilly ofrece un rincón muy curioso, un conjunto de viviendas bajas y una serie de zonas verdes que la envuelven, que fueron diseñados a finales del siglo XVIII con la finalidad de acoger y entretener a los invitados de la residencia y que hoy en día se considera un raro ejemplo de jardín anglochino.
El Hameau de Chantilly, ‘La Aldea de Chantilly‘, como lo llaman, y como te cuento, es un pequeño parque temático con un toque muy chic que merece la pena incluir en una viaje a Chantilly y en un tour en París.
La idea estaba de moda a finales del siglo XVIII, entretener a los invitados de las mansiones señoriales en los días calurosos del verano alojándolos en pabellones anejos diseñados sobre temáticas exóticas. Entre 1772 y 1774, cuando se construyeron los pabellones y los jardines de su entorno en la parte oriental del castillo, China era una lugar remoto y lleno de magia para las mentalidades europeas que se estaban empezando a descubrirla.
Estas recreaciones no la inventaron los franceses, fue una costumbre importada de Gran Bretaña. Por esa razón, los especialistas llaman al Hameau de Chantilly jardín anglochino.
Las pequeñas villas se acomodaron en una zona baja y pantanosa de los alrededores del castillo que se había limpiado apropiadamente. La idea era dar la oportunidad a los visitantes del Castillo de Chantilly de refrescarse mientras bogaban en barcas por un estanque acondicionado.
Jean François Leroy su diseñador fue más lejos cuando adaptó para el lugar una serie de escenarios naturales como una cueva, un torrente y una ‘roca’ que simulaban, éso, perfiles y entornos de la naturaleza.
Cabañas
Las cabañas fueron las últimas construcciones. Datan de 1774 y recrean una serie de viviendas rústicas con techos de paja y albeados. Originalmente eran siete, hoy sólo quedan cinco en pie. Cada una de ellas tenía y tiene un nombre particular, se las conoce como: El Salón, La Piscina, El Comedor, La Cocina y El Molino.
Su interior, bellamente decorado, no tenía nada que ver con su aspecto exterior. La idea era también sorprender a los visitantes con un gran contraste que alimentara la sorpresa. La misma reina María Antonieta que conoció del lugar pidió que se le construyera una aldea parecida en los jardines del Petit Trianon de Versalles.
La Revolución Francesa tan combativa con todo lo que tuviera que ver con la monarquía respetó la construcción que fue restaurada por el duque de Aumale, nuevo propietario del Castillo de Chantilly, en 1870.
En la actualidad, el Hameau de Chantilly ofrece recorridos en barca parecidos por la zona del Gran Canal de Chantilly y bocadillos, refrescos y otros aperitivos para quienes quieran disfrutar de un picnic en esta parte de la vieja fortaleza de Chantilly.
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