Roma es una ciudad sorprendente. Hecha por su gente y con su peculiar sentido de la vida que deja ver mucho de la vitalidad y de la creatividad del alma latina. Una originalidad vital que a veces se convierte en calculada excentricidad.
Una visita a Roma te contará con monumentos y costumbres antiguas todo lo que de magnífico y colosal tuvo la expansión de la fe desde la Ciudad Eterna durante siglos y siglos. Roma es un foco que iluminaba e ilumina a los cristianos de todo el mundo y cualquier iglesia de Roma te mostrará ese esplendor y magnificencia consagradas. Te puedo enseñar postales como cromos que dan fe de lo que digo.
Por esa razón, cuando nos topamos con un templo significativo, con historia, con el nivel reconocido de una catedral en provincias italianas, pero con la apariencia de iglesias de barrio romanas, el contraste es cuando menos extraño, chocante. La pregunta que nos planteamos es ¿por qué tanta sencillez para tanta categoría, o al revés?
Uno de los casos más curiosos es el de la Catedral San Lorenzo de Viterbo, en la Tuscania, en el noroeste de Roma y a algo más de cien kilómetros de la capital.