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Holanda

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Si tienes el placer de viajar a Ámsterdam, sin duda sus museos son una parte fundamental a visitar de la ciudad. Ninguna otra capital europea posee tantos museos y monumentos por kilómetro cuadrado. Encontramos que en un mismo lugar, en el Museumplein de Ámsterdam (explanada de los museos), se ubican los principales, y diría más importantes, museos de la ciudad e iconos culturales, como son: el Rijksmuseum, el Museo Van Gogh y el Stedelijk Museum. Es aquí donde se encuentra el famoso cartel ‘I Amsterdam’ donde todos nos solemos hacer la típica foto.

Si te encanta viajar y al mismo tiempo disfrutar del arte, especialmente de la pintura y concretamente te apasiona la obra del famoso pintor holandés Vincent van Gogh, en este caso te recomiendo que no pierdas de vista cuando planees tus próximos viajes ciudades como Ámsterdam o la provincia de Brabante, entre otros lugares de la geografía holandesa, donde la figura y el legado del pintor están muy presentes. Prepárate para recorrer la vida y obras del pintor holandés al mismo tiempo que descubres y disfrutas el encanto de Holanda.

Si quieres disfrutar de unas vacaciones llenas de color, no busques más, tengo el lugar y la experiencia perfecta. El lugar, Holanda, el sitio exacto, el parque Keukenhof; la experiencia, el baño de color de uno de los jardines de flores de referencia de todo el mundo. Y si apuro un poco más te daría un lugar y un tiempo para esta experiencia única, desde mediados de marzo a finales de mayo, cuando los tulipanes están en flor y el parque abre al público.

Los quesos holandeses tienen fama por su calidad tan homogénea, por su consistencia y por su aspecto peculiar amarillo y por su sabor. Decir queso holandés es imaginar a los Gouda, Edam o Maasdam tradicionales.

El secreto de esa calidad está en los prados en los que pacen las vacas, tierras arcillosas de hierbas siempre frescas y húmedas. Los holandeses ya hacían esos quesos en el 800 AC, lo dicen los arqueólogos, y Julio César, hace más de dos mil años, ya decía que aquellas tierras bajas producían buen queso. Entre nosotros, creo que Julio César fue el primer bloguero que escribió sobre las costumbres de Holanda y para su público romano.

Un concepto muy extendido de la idea de lo que es arte nos lleva a considerar sus piezas como únicas, envueltas en conceptos y manejos que sólo están al alcance del ingenio y de las habilidades de los artistas consagrados. Una idea que traducida a tu lenguaje, al mío y al de tu portero vendría ser algo así, como ‘tú no puedes hacer un Picasso porque te falta lo que tienes que tener’, que debe ser mucho.

Sin embargo, cuando nos tropezamos con las interpretaciones de los creadores irreverentes más modernos, no es difícil que se nos suba para arriba una idea de que lo que hace esa gente pueda estar entre nuestras habilidades. En una expresión: ‘eso lo hago yo con una mano atada a la espalda’, o así.

No hace falta ir muy lejos para abocarnos a precipicios y alturas, para sentir correr la adrenalina durante algunos minutos. Montañas, riscos, acantilados marinos se nos ofrecen siempre cercanos como experiencias para conseguirlo, a las que vamos y de las que venimos. Porque allí se quedan para repetirlas o para recordarlas.

Pero ¿y vivir siempre abocado a darse el trompazo? Comer y dormir en una aparente inestabilidad ¿Es posible vivir así todo el tiempo? Sí, sí, hay quien vive así y no precisamente dedicándose a trabajos de circo.

Holanda tiene los indudables encantos del agua de sus canales, los de su campiña y los de sus llanuras interminables de baja cota enfrentados con el temible mar. A veces, las defensas toman la forma de polders, a veces de murallas urbanas y canales de drenaje, a veces de barreras  que se oponen al Mar del Norte y que quitan de la vista las olas. A veces, es todo eso junto.

¿Alojarse en un hotel en Holanda con vistas al mar puede ser una temeridad? No tiene por qué. Pero lo que si tiene por qué ser es que puede ser una oportunidad para ver esa dicotomía, tierra-agua en primera fila.