Un concepto muy extendido de la idea de lo que es arte nos lleva a considerar sus piezas como únicas, envueltas en conceptos y manejos que sólo están al alcance del ingenio y de las habilidades de los artistas consagrados. Una idea que traducida a tu lenguaje, al mío y al de tu portero vendría ser algo así, como ‘tú no puedes hacer un Picasso porque te falta lo que tienes que tener’, que debe ser mucho.

Sin embargo, cuando nos tropezamos con las interpretaciones de los creadores irreverentes más modernos, no es difícil que se nos suba para arriba una idea de que lo que hace esa gente pueda estar entre nuestras habilidades. En una expresión: ‘eso lo hago yo con una mano atada a la espalda’, o así.

Artistas que sacan su arte de lo paranormal y lo acercan a lo anodinamente cotidiano hay legión, que trabajan materiales efímeros para durar lo mismo que una campaña publicitaria.

Y esa es parte de la función de este concepto de arte, convertirse en banderín de enganche de conceptos rupturistas sobre los que el artista llama la atención en clave de propaganda. Sus obras escandalizan, sorprenden, desagradan y hasta causan repugnancia y no voy a mentar aquí nada que levante ningún estómago, pero seguro que habrás visto alguna muestra en alguna cadena. Sí, para tirar de la cadena.

Pero si te soy sincero, a mí los que más me gustan son los artistas más actuales que reúnen todas esas condiciones y que se trabajan un curriculum vitae como frikis del arte, con una legión de seguidores detrás.

Te invito que sigas a uno de ellos, a Florentijn Hofman, un autor plástico holandés, muy ‘frikioso’ que ha dejado secuelas impactantes de su trabajo que resultan de una ingenuidad, de una simpleza, de un sabor a casero que nos hace dudar de si es arte o qué quiere transmitir.

A Hofman lo hemos visto pintando en Holanda una calle de color amarillo chillón, colocando un pato del mismo tono y de tamaño colosal en un estanque o pintando una casa de azul exagerado en Rotterdam para que no echaran abajo el edificio. Los vecinos habían promovido la protección del inmueble contratando al artista para evitar la piqueta.

Digo que te invito, y lo hago proponiéndote que te acerques a ver a ‘The Steelman’ que no es ni de lejos un hombre de acero. Se trata de una escultura en forma de oso amoroso al que acompaña  una modesta  almohada bajo el brazo y que se puede ver en una zona verde de la ciudad de Amsterdam.

Tiene once metros de altura, es de hormigón, no es una pieza efímera, se quedará en su lugar para los restos, pero como a todos, nos embarga la idea de su significado. El National Geographic le dedicó un episodio por el interés del original armado de su megaconstrucción.

La escultura del oso bonachón la puedes encontrar en la zona de Staalmanplein en Slotervaart, en Amsterdam. Inclúyela dentro de una visita a Amsterdam y valora el frikismo del nuevo arte que busca, con la oportunidad inoportuna de sus modelos, causarte una impresión que sólo tú sabrás cuál. Un impacto que resulta algo muy personal.

Si te decides a viajar a Amsterdam, aquí te dejo un enlace a una página que te servirá para encontrar alojamiento en la capital de Holanda, toma nota http://www.viajaraamsterdam.com/ .Excursiones de un día en los alrededores de Amsterdam y todo lo que necesites para disfrutar de un viaje original.

Oso amoroso para un arte friki ¿Te apuntas, lo apuntas?

The Steelman.
The Steelman.

Recursos para el Viaje:

Hoteles: http://www.guias.travel/ver/?city/nl/amsterdam.es.html
Vuelos: http://www.guias.travel/vuelos/
Tours y Actividades para hacer en Amsterdam: http://www.guias.travel/ver-tours/?Amsterdam/d525-ttd
Guía de Amsterdam: http://www.viajaraamsterdam.com

Autor

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona. Periodista, redactor, comunity manager e informador gráfico, residente en Las Palmas de Gran Canaria, y colaborador en diferentes medios locales de las Islas Canarias y españoles.

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