Un adquisario era un vendedor de agua que comercializaba los caudales del río Tíber por las calles de Roma. Con el tiempo, y ante la creciente demanda, los adquisarios se constituyeron en una especie de gremio bajo la denominación de Corporazione degli Acquaroli. Te cuento una historia relacionada con estos porteadores y con una fuente pública que todavía existe en el centro de Roma.
A lo que voy, los adquisarios llevaban el agua para venderla puerta a puerta con la ayuda de unos barriles. No tengo claro si como homenaje a estos comerciantes ambulantes de agua, se esculpió una figura que los representaba en una fuente pública terminada en 1590 en la Vía del Corso. La figura es una escultura inspirada en una obra del artista Jacopino del Conte.
La cara del representado aparece muy dañada, como si hubieran golpeado la piedra. Y se cree que es así. Y es que los romanos vieron un desagradable parecido entre la figura del aguador de piedra de la fuente y la de Martín Lutero, el líder de la Contrarreforma.
Se dice que los desperfectos fueron consecuencia de los adoquines lanzados por los transeúntes, adoquines que en Roma se llaman curiosamente sanprietinis. En cualquier caso, también se dice que la imagen, en realidad, nada tenía que ver con Lutero, y sí con un aguador, con Abbondo Rizzio, un porteador de agua de Roma que murió precisamente mientras transportaba un barril.
Un dato más. A imágenes como estas que adornaban las fuentes de Roma, la gente las llamaba ‘figuras parlantes’, porque hablaban, hablaban en un sentido figurado, claro. Y es que se solían encontrar mensajes en escritos de papel dejados por desconocidos en las figuras.
Con esos mensajes, se hacía correr rumores o informaciones contrarias a los intereses de las autoridades. Todo para sortear la censura pública. Las fuentes funcionaban así como estafetas para extender mensajes entre los vecinos que estaban obligados a tomar agua de las fuentes para el consumo de sus hogares. Vamos, como whatsapps antiguos.
¿Qué te parece el caso?
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