Una de las excursiones más habituales por la sierra del Montsià transcurre por la vertiente marítima de la misma. Partiendo de Sant Carles de la Ràpita finaliza en la cima de la Foradada, a poco menos de 700 metros, desde donde disfrutaremos de una impresionante panorámica sobre el delta del Ebro y el litoral y a nuestras espaldas toda la planicie del interior de la comarca con la Sierra de Godall y Els Ports como telón de fondo.
Aunque es una excursión apta para toda la familia en la parte final tiene algunas pendientes importantes que requieren de un pequeño esfuerzo. Pero que se ve compensado cuando se pueden contemplar esas magníficas vistas. La sierra del Montsià presenta unos elevados valores ecológicos como viene a señalar su inclusión dentro del Plan de Espacios de Interés Natural (PEIN), la red Natura 2000, Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Zona de Espacial Protección para las aves (ZEPA)
Empezaremos el recorrido en la pequeña zona destinada a aparcamiento conocida como “La explanada” del Cocó de Jordi. Allí tomaremos el PR -83, indicado con señales blancas y amarillas, en dirección a la Font de Burgar. A nuestro paso vamos encontrado diversas clases de hierbas y arbustos propios de las montañas mediterráneas: zarzas, tomillo, romero, palmito, aliagas, madroños. Buena parte del recorrido transcurre a la sombra de un magnífico y denso bosque de encinas que de manera anárquica se esparcen aquí y allá compitiendo con hiedras y helechos.
El sendero va ascendiendo suavemente serpenteando por las laderas de las colinas que franquean el barranco de la Font. Dejaremos a nuestra derecha un antiguo horno de cal y antes de seguir por un recodo cerrado del camino podemos salirnos de la sendera para contemplar la fuente y la cueva del Llop.
A partir de este punto el camino se empina un poco más hasta cruzarse con el GR-92 que viene de la parte de Amposta. A los cinco minutos de transitar por esta sendera llegamos a la primera parada obligatoria. La Font de Burgar. Toda la zona está presidida por unos magníficos ejemplares centenarios de encinas. Se pueden visitar otros dos hornos de cal, con paneles informativos y reseguir las explicaciones sobre la flora y la fauna de este delicioso rincón.
La fuente es de las pocas de la sierra que fluye todo el año. El agua se reparte por siete picas de piedra tallada -construidas en 1846- y se canaliza a un viejo abrevadero que antaño daba servicio al numeroso ganado bovino y ovino que llenaba los corrales de las masías cercanas. Aconsejamos aprovechar la parada para hidratarnos y reponer fuerzas.
A partir de este punto el camino empezará a presentar un poco más de desnivel. Subiendo en fila india zigzagueamos ganando altura hasta llegar a los restos de la antigua masía de Matarredona. Situada a unos 600 metros sobre el nivel del mar era la explotación que señoreaba todas las tierras de los contornos. Hay referencias documentales de ella ya en el siglo XIII y estuvo habitada hasta el año 1956. Ese año, una gran helada arruinó arboles y cosechas y los últimos “masovers” decidieron regresar al pueblo de Freginals.
En los bancales de la masía se practicaba una economía austera y prácticamente de subsistencia. A la ya mencionada ganadería y a las aves de corral se unía una agricultura basada en los cereales –sobretodo trigo y cebada- y algo de huerta y frutales para auto consumo. Dos pozos subministraban el agua necesaria para la explotación.
Continuamos el ascenso por el GR-92 y a unos centenares de metros de las ruinas de la masía,a nuestra derecha nos encontramos entre la vegetación una enigmática superficie circular, de unos ciento cincuenta metros de diámetro de piedra blanca y en plano inclinado que por su forma (redonda) da nombre a la colina y a toda la zona de Matarredona. Sobre el origen de este círculo megalítico se han forjado diversas teorías y hay quien no descarta la mano del hombre en su elaboración. Dejamos atrás la llanura de los campos cercanos y la sendera se empina de manera abrupta hasta el Portell donde se bifurca en dirección al Mas del Comú y Ulldecona y en nuestro caso hasta la concavidad pétrea de la Foradada. Se hace difícil describir el panorama que se vislumbra desde esta gran abertura.
Esplendorosas vista, con el pueblo de Sant Carles de la Ràpita y la bahía de Los Alfaques a nuestros pies, el río Ebro con su inmenso delta a nuestra izquierda y el litoral del norte de Castellón, con Vinaroz, Benicarló y Peñíscola, a la derecha. En días claros se puede ver des de el cabo de Salou hasta las islas Columbretes. Una excursión que podemos completar en una mañana y que seguro que no dejará indiferente a ningún miembro de la familia.
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