Parque Jurásico es una película que va camino de convertirse en una cinta de culto para los amantes de los tiempos remotos de la Tierra, para los buscadores de mundos perdidos armados con argumentos imposibles entre paisajes, faunas y floras exóticos.
Pero ¿qué pensarías si te dijera que tienes posibilidades, cerca, a tu alcance, de caminar por un auténtico parque jurásico aquí mismo y con la seguridad de que sólo te asaltarán lagartos de un palmo? ¿Qué de qué hablo? De un parque jurásico de libro que es parque natural en la serranía de Antequera.
Me refiero al Torcal de Antequera, un espacio natural de algo más de diez kilómetros cuadrados que alberga una extensa colección de rocas kársticas, calizas degradadas por la erosión, que fueron parte de un fondo de mar antiguo. Sí, exacto, en tiempos jurásicos.
El lugar en el que se acomodan las rocas era un brazo de mar que unía los incipientes Mediterráneo y Océano Atlántico, en un trecho que iba desde lo que hoy es el Golfo de Cádiz hasta más o menos Alicante. Antequera sería uno de los fondos de ese brazo de mar no muy diferente del que hoy describe el Canal de la Mancha.
Las rocas calizas del Torcal de Antequera fueron elevadas posteriormente en el Periodo Cenozoico por movimientos de deriva continental y por la acción de fuerzas tectónicas, lo que se conoce como el tiempo de la Orogenia Alpina.
Materiales finalmente sacados a la luz e impulsados hacia arriba hasta adoptar la forma de montañas ¿Curioso no? Se trataría de fondos que permanecieron como fondo de mar entre los 250 y los 150 millones de años y que acabaron subiendo en un recorrido de abajo a arriba que cubrió un espacio, un desnivel, de al menos mil metros.
Los materiales de las rocas parecen paquetes de piedra y se erosionan de una forma muy característica como consecuencia de la manera en la que se apelmazaron en el fondo de aquel viejo mar. Sedimentos compactados con la ayuda de las sales marinas en un mar jurásico.
La forma final de las rocas ya expuestas a la atmósfera desde hace 150 millones de años tiene que ver con su capacidad para absorber el agua y retenerla. El frío y el helado de ese agua contenida en la piedra va partiendo, o más bien, moldeando la roca hasta conseguir formas imposibles.
Formas que las gentes del lugar conocen con nombres pintorescos como sombrerillos, adelantados, cálices, dados, ataúdes, tornillos, y demás.
Así, te invito a que conozcas el Torcal de Antequera, ese parque jurásico de formas tan peculiares. Es más, te sugiero que incluyas la visita al lugar en un viaje a Córdoba, una ciudad que puede ser tu lugar de encuentro con Andalucía.
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Parque Jurásico para lagartos de un palmo.