En el año 1778 durante el reinado de Carlos III el Puerto de Los Alfaques se habilitó para el comercio con las Américas. Fue este el inicio de un ambicioso proyecto que preveía la construcción de una nueva población en el sitio de La Ràpita y la unión del citado Puerto con el río Ebro a la altura de Amposta. Se pretendía con ello facilitar el comercio del interior peninsular con el mar. En 1780 se iniciaron las obras de la Nueva Población de San Carlos y del canal de navegación. Si bien un año después el canal ya era prácticamente una realidad, faltaban importantes detalles como las compuertas y esclusas que conectaban con el río. Las crecidas del caudal del Ebro unidas a diversas deficiencias técnicas hicieron fracasar el proyecto en su cometido inicial. No obstante, la construcción de la Nueva Población siguió adelante y el canal cambió su cometido para convertirse en un canal de riego.

Habilitación del Puerto de Los Alfaques para el comercio con América
Cróquis del siglo XVIII del término de La Ràpita con el proyecto del canal

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En 1849 el Gobierno de Isabel II da el visto bueno a un proyecto Internacional, encabezado por el francés Isidor Pourcet que fue declarado de interés Nacional y estratégico para España. Se retomaba la idea de conectar Zaragoza con el mar, uniendo de nuevo el Ebro con los Alfaques. A este efecto se constituyó la Real Compañía de Canalización del Ebro. Fue una gran empresa millonaria en la que se abordaron dragages, rectificaciones del cauce del río, la elevación del azut de Xerta, exclusas y la recuperación del antiguo canal de navegación.

En 1858 se abrieron a la navegación por medio de vapores 157 Km entre Los Alfaques y Escatrón. La irregularidad del régimen fluvial y el establecimiento de una línea ferroviaria hicieron que se abandonara la explotación directa de la navegación por parte de la compañía. Aquel canal se volvió a destinar para el riego constituyendo el tramo final del recién creado canal de la Derecha del Ebro que partía de la localidad de Xerta.
En nuestros días es posible aún visitar algunos restos de este segundo canal, en un cómodo paseo a lo largo de su curso. En la parte que toca al mar, en La Ràpita, podemos visitar el antiguo muelle y compuertas, el gran edificio de Les Casotes (hoy convertido en museo del Mar)

 

Les Casotes
Museo del Mar (antiguos almacenes de la Real Compañía de Navegación
Entrada del canal de navegación en Los Alfaques
Enclusa y muelle del canal de navegación

 

 

 

 

 

 

Aunque no estan abiertos al público detras del Museo aún hay restos de los enormes almacenes subterráneos de la Real Compañía de canalización.

Estos almacenes, no visitables por el momento, son de unas dimensiones descomunales

A medio trayecto, nos encontramos con la esclusa central, donde aún hay restos de un antiguo molino de harina para el que se habilitó una acequia paralela y que funcionaba con la fuerza del agua del canal. En l’actualidad sólo quedan los túneles de piedra maciza por donde entraba el agua.

 

arcos de entrada del agua para el molino

Precisamente cerca de este punto se alzan las torres de Forxeron i Oriola que junto a la de Poques-salses se erigieron en el siglo XVI formando un cordón defensivo de la villa de Amposta ante ataques de corsarios musulmanes, como aconteció en 1540.

Torre de l’Oriola
Torre de Forcheron

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

También cerca de este punto intermedio se encuentra el magnifico paraje natural de los “Ullals de Baltasar” un área de surgencias de agua con abundante vegetación y de la que se abastecía en sus inicios el propio canal.

El trayecto del canal es de unos 10 quilómetros completamente llanos. Es, por lo tanto, ideal para recorrerlo andando o en bicicleta. Otro de sus atractivos es que  transcurre enmarcado entre los extensos campos de arroz del delta del Ebro i las primeras faldas de la sierra del Montsià.

Arrozales en verano con el Montsià al fondo

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Autor

Josep Pitarch López (la Ràpita, 1971) es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad Rovira i Virgili, y se declara un apasionado del Montsiá, el Delta del Ebro y la bahía de los Alfaques. Aparte de numerosos trabajos sobre la Rápita y su territorio en revistas especializadas y en actas de congresos, es autor de númerosos libros

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