Te voy a contar una historia curiosa de San Damián de Nueva York. Las iglesias católicas europeas cuentan con infinidad de restos de santos y de cuerpos incorruptos de personajes ilustres de la Iglesia. Cuando los emigrantes europeos viajaron a Estados Unidos buscando una nueva vida, se llevaron consigo también esas tradiciones y esos gustos por los huesos santos.
En Nueva York, en una iglesia del East Village de Manhattan, en la del Santísimo Redentor, hay un pequeño santuario que conserva 150 reliquias veneradas, entre ellas el primer esqueleto completo de un santo de la Iglesia Católica Estadounidense. Se trata de un patrimonio tan extraño como poco conocido.
La reliquia de cuerpo completo es la de San Damián, que fue entregada a esta iglesia en 1892. Se cree que los restos se corresponden con un esqueleto sacado de las catacumbas de la ciudad de Roma, como sucedió en tantas ocasiones durante la Reforma, para reemplazar a los que habían desaparecido de las iglesias y, sobre todo, para aumentar el fervor popular, llevando restos de santos a más parroquias. Y, como en este caso, al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos.
Y un detalle curioso a vueltas con los restos de San Damián de Nueva York. En 1897, un agente de policía murió cuando un ladrón se llevó el dinero del cepillo de la iglesia. Hasta la década de 1940, por el barrio corría la historia de que el santo enterrado en el templo no era el que se había traído de Europa, sino el cadáver incorrupto del policía que había intentado impedir el robo.
San Damián fue el primero, pero con los años, otras parroquias neoyorquinas se apuntaron a tener sus propias reliquias como muchas europeas.
La ciudad de Nueva York tiene unas cuarenta iglesias católicas, de las que la del Santísimo Redentor sólo es una de ellas. En muchas de ellas, hay más restos santos. Así, se sabe que la Iglesia de San Juan Bautista de Nueva York conserva un calcetín ensangrentado del Padre Pío, que en el templo de Nuestra Señora del Monte Carmelo, en el East Harlem, tiene un santo en cera que a la Madre Cabrini se la puede ver en un ataúd de cristal en el Alto Manhattan. Curioso ¿no?
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