La ciudad de Giverny es conocida por los famosos jardines de Monet. Jardines que el pintor retrató con pasión en ese retiro cercano a París. La casa en la que vivió y pintó es hoy un centro mundial de la historia del impresionismo. Pero pocos visitantes saben que en la misma Giverny vivió Adolphe Guillemard, un ingeniero agrícola francés que sintió con idéntica pasión un espíritu coleccionista muy, muy especializado. Es el Museo de las Máquinas Naturales de Giverny.
Guillemard reunió desde 1955 una gran cantidad de motores para trabajos industriales o de uso en equipos agrícolas. Este material técnico se exhibe desde 1990 en una colección estable y en un museo de situado en el 2 de la rue Blanche Hoschedé-Monet deGiverny.
Bueno, Adolphe Guillemard fue quien tuvo la idea y comenzó a formar la colección de ingenios mecánicos, pero a quienes les debemos el trabajo grueso de alimentar la muestra es a sus descendientes, a sus hijos, René, Gerard y Jean Pierre, que, armados de tenacidad, se hicieron con otros motores de gas, vapor y diésel hasta dar la dimensión que hoy tiene este museo especializado.
Los tres hermanos viven su colección con pasión. Los visitantes suelen disfrutar de las explicaciones y de las anécdotas que cuenta cada uno de ellos. Sólo hay que preguntar y un mundo de curiosidades se abrirá a los oídos y la imaginación.
El nombre de Museo de las Máquinas Naturales tiene su sentido. Se trata de una muestra de ingenios industriales, mecánicos, sí, pero que se corresponden con una forma de automatización del trabajo basada en el gas, el vapor o los derivados del petróleo como fuentes de energía.
Son herramientas de trabajo que nada tienen que ver con la electrónica y todo con los ajustes y la lubricación, tareas realizadas por personas y a mano para la que había que especializarse y estar pendientes de las máquinas hasta el mimo. Tal vez por esa razón, aquellas máquinas antiguas llegaron a tener nombres propios. Apelativos con los que se personalizaba un trato humanizado con las máquinas.
En el museo, las estrellas son las piezas más raras o las más antiguas, por ejemplo, un motor diésel de 1908 que pesa la friolera de 28 toneladas. Un equipo que cuando fue instalado supuso un esfuerzo considerable en tiempo para desmontarlo y volverlo a montar en el lugar en el que se puede ver hoy. Se tardaron meses en dejarlo como se ve en el centro de la exposición.
En su lugar se encuentra también el origen de la exposición, el primer motor adquirido por Adolphe, un Bernard WO. Algunas piezas, como una cortadora para chapas de madera funciona mejor que las actuales, o eso es al menos lo que dicen los gestores del Museo de las Máquinas Naturales.
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Giverny y su Museo de las Máquinas Naturales.