Si alguna vez te has preguntado cómo hacían los grandes patricios romanos de la antigüedad para vivir en auténticos paraísos en la Tierra, tal vez puedas encontrar algunas respuestas en un viejo palacio de aquel tiempo cuyos restos están repartidos en lo alto del Monte Tiberio (334 metros), en la isla italiana de Capri.

Se trata de los restos arqueológicos de la Villa Jovis, precisamente los del Palacio de Tiberio, el lugar elegido por el emperador para un aparente e histórico retiro voluntario ocurrido entre los años 26 al 37 dC. Un palacio de verano todotiempo de 7.000 metros cuadrados, el tamaño de un campo de fútbol, digno de un emperador y de una visita curiosa, como la tuya.

El emperador Tiberio tuvo y aún tiene mala fama. Se decía de él que era un gobernante déspota, cruel que era tan vicioso y brutal que resulta poco creíble para una biografía normal. Se decía, por ejemplo de Tiberio, que acostumbraba a despeñar a sus esclavos a la mínima falta. A Tiberio los siglos posteriores le han coleccionado los peores recuerdos. El Tiberio que emerge de los relatos más creíbles de fuentes más fiables es diferente. Resulta ser un hombre poco sociable, distante si lo prefieres, y muy introvertido.

En su Villa Jovis apenas recibía huéspedes y mucho menos organizaba fiestas y aún menos que éstas tuvieran un perfil depravado o vicioso. Por no hacer, hasta incluso eran raras las recepciones diplomáticas que debían ser muy corrientes en su cargo. Tiberio se entregaba, por contra, a paseos solitarios con su escolta personal, con miembros de su familia y con algunos de sus secretarios.

Lo que sí está demostrado que sucedió es que todo el aparato burocrático romano pasó a instalarse en Capri, de ahí que los restos arqueológicos que encontraron -e interpretaron- en su día los descubridores de la Villa Jovis, Nobert Hadrawa y Amadeo Maiuri (1932), les dejara sorprendidos por la extensión de unas instalaciones, mayores de las que se esperaría de un palacio.

Teorías de la conspiración

Hay quien ha sostenido que el emperador Tiberio debía padecer una enfermedad grave, tuberculosis, se ha dicho, y que los médicos le recomendaron vivir en un lugar más saludable. Como se solía aconsejar como terapia, cerca de lugares costeros.

También se ha hablado de las grandes diferencias políticas que había entre los miembros del senado, los patricios o los líderes militares, tan grandes e insalvables que se sopesa con la posibilidad de que buscara lo más parecido a un exilio voluntario en Capri. En ese sentido, se hablaría de una intransigencia natural de Tiberio (dicho por el escritor Suetonio).

También se sopesa la idea de que estuviera al tanto de una conspiración contra él y que, ante la imposibilidad de dimitir, decidiera poner tierra por medio en el lugar más seguro posible cerca de Roma, una isla. Fuera de todas estas especulaciones, una cosa también está clara, a Tiberio le gustaba el mar y nadar como demostró en su momento en sus estancias en la isla de Rodas.

El edificio

Uno de los problemas a los que se enfrentaron los constructores de Villa Jovis fue el aprovisionamiento de agua de la infraestructura. Era abundante en la parte baja de la isla de Capri, pero inexistente en la parte más alta donde se iba a acomodar el palacio. Para solucionarlo se habilitaron dos grandes depósitos en la parte inferior del conjunto, agua que sería de la que se acumularía por la lluvia durante el invierno. El palacio fue descubierto en el siglo XVIII y sus superficies expoliadas, sobre todo desaparecieron grandes extensiones de mármol de los suelos.

El ala norte del edificio estaba destinado a viviendas, mientras que la zona sur era la parte administrativa. El ala este estaba habilitado para recepiones, mientras que la zona oeste estaba concebido como un ‘ambulatio’, un espacio abierto, abierto a las panorámicas sobre la pequeña localidad vecina de Capri de Anacapri.

Al sur del edificio principal, se distingue hoy los restos de una torre de vigilancia (speculo) que se empleaba para transmitir o recibir mensajes desde la costa cercana, utilizando fuegos o humo. El acceso hasta el palacio sólo es posible tras una caminata con la que se cubre la distancia de dos kilómetros que separa el pueblo de Capri el palacio.

Sea como sea, las vistas desde el Monte Tiberio y desde el Palacio son sublimes, por un lado la isla de Ischia, la de Prócida y por otro, la Bahía de Nápoles, la península de Sorrento, el Golfo de Salerno hasta llegar con la vista hasta las tierras de Cilento.

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Palacio de Tiberio.
Palacio de Tiberio.
Autor

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona. Periodista, redactor, comunity manager e informador gráfico, residente en Las Palmas de Gran Canaria, y colaborador en diferentes medios locales de las Islas Canarias y españoles.

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