Roma no se hizo en un día, ya lo dice el dicho, se construyó a lo largo de generaciones y su imperio se apuntaló con infinidad de  leyes y obras, civiles unas, militares otras.

No hay ciudad europea, africana o asiática que no saque pecho cuando el descubrimiento de muros romanos enterrados puede convertirse en reclamo turístico. Otras ciudades se contentan con un patrimonio muchísimo menor, pero también hacen orgullo de monedas y ánforas naufragadas dos mil años atrás. Roma sigue teniendo mucho tirón popular.

Uno de esos lugares periféricos donde Roma dejó huella lo justo fue Escocia. Tierra de frontera, la Muralla de Adriano fue el limes británico con el que Roma quiso dejar en su rincón a las tribus de los belicosos pictos del norte allá por los primeros años de nuestra era.

Si la Muralla de Adriano es muy conocida por el gran público, la de Antonino, levantada en fecha algo posterior y a 160 kilómetros más al norte que la anterior es precisamente una de esas piezas romanas poco conocidas y localmente importantes a las que se saca lustre y pecho.

Las mismas Glasgow y Edimburgo y, aún más, el rosario de localidades menores situadas entre la una y la otra, se empeñan desde hace años en poner al muro en el mapa y a ellas a un lado y a otro de los restos. Y es que la Muralla de Antonino viaja por tierra entre Glasgow y Edimburgo.

Si me preguntas si merece la pena ir a ver esos vestigios, te digo que sí, si de lo que se trata es de buscar puntos de destino originales, detalles patrimoniales que no hacen sombra, pero que tienen su encanto. El Muro de Antonino era un confín de Roma.

Y es que la Muralla de Antonino es otro nivel, del nivel de los curiosos empedernidos a los que una búsqueda simple no les basta. Es para los que quieren descubrir los patrimonios menores, los alternativos, los que tienen significación dentro de un contexto histórico que hay que conocer. Para los que quieren leer, saber más del límite romano del norte de Britania de mediados del siglo II, el Muro de Antonino es, de ese modo, un lugar imprescindible para visitar.

El muro en sí tiene 58 kilómetros, va desde el Golfo de Clyde, en la parte occidental de Escocia, y sobre el Mar de Irlanda, hasta el lado opuesto, el Estuario de Forth. Fue construido por el gobernador Quinto Lolio Urbico y fue reemplazada por la cadena de fuertes acomodada en el lugar para contener a las tribus de los pictos a la que dio longitud Cneo Julio Agrícola.

La Muralla de Antonino era de calidad mediana, tierra prensada, un foso, poca piedra, 19 torreones defensivos, una calzada paralela para facilitar la vigilancia y el desplazamiento de tropas y poco más.

Sorprende el escaso tamaño de la Muralla de Antonino, en altura y anchura. Pero hay que ver la construcción como un límite psicológico, una  marca que señalaba las tierras de confinamiento de los antiguos escoceses y el mundo romano. Quien fuera apresado al sur sabría a qué atenerse, el verdadero valor del muro estaba en los fuertes que lo custodiaban y en las patrullas que se movían de un lado a otro para vigilar.

Se construyó en dos años, del 140 al 142, pero se abandonó en tiempos del emperador Cómodo, en el 196, cuando Roma retiró toda la vigilancia de la frontera por necesidades del guión, simplemente para llevarlas a Lugdunum, la actual Lyon, en Francia, para sofocar una de tantas rebeliones en el Imperio.

Las tribus escocesas no se estuvieron quietas y sobrepasaron el Muro Antonino para volver a ser expulsados en el 208 cuando otro emperador Septimio Severo volvió a ocupar el lugar. Reparándolo y reactivando la marca romana.

Por cierto, Roma hizo pagar cara la afrenta de la belicosidad de los pictos, los sacó de Escocia y los llevó desterrados al continente y a sus tierras de Germania. Roma no se andaba con chiquitas en esto de que le saltaran muros frontera.

Cuando finalmente el Imperio Romano fue desmembrándose por sus extremos entre los siglos II y III, la Muralla de Antonino dejó de tener sentido y fue abandonada para ser redescubierta por los nuevos escoceses con el apadrinamiento de una noble titulación, la de Patrimonio de la Humanidad (2008).

Si vas a viajar a Glasgow, acércate a las poblaciones de Falkrik y especialmente en Bar Hill, cerca de Twechar, para disfrutar de los segmentos conservados de esta frontera de piedra y turba que tiene tanta historia. Busca datos de los pictos, muévete para conocer las historias locales de cada fuerte de vigilancia y lo que puedas de la cultura antigua de los escoceses. Plantéatelo como una aventura de conocimiento y de descubrimiento.

Aquí te dejo dos referencias, dos páginas del sitio web Viajaraglasgow.com para que puedas encontrar alojamiento, lugares alternativos que conocer, excursiones de un día en los alrededores de Glasgow. Para Glasgow, pica aquí http://www.viajaraglasgow.com/. Para todo lo que necesitas saber para pasar tus mejores días de vacaciones en Edimburgo, pica aquí http://www.viajaraglasgow.com/?page=edimburgo.php

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¡Vaya! con la Valla de Antonino.

Muro Antonino.
Muro Antonino.

Recursos para el Viaje:

Hoteles: http://www.guias.travel/ver/?city/gb/glasgow.es.html
Vuelos: http://www.guias.travel/vuelos/
Tours y Actividades para hacer en Glasgow: http://www.guias.travel/ver-tours/?Glasgow/d740-ttd
Guía de Glasgow: http://www.viajaraglasgow.com

Autor

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona. Periodista, redactor, comunity manager e informador gráfico, residente en Las Palmas de Gran Canaria, y colaborador en diferentes medios locales de las Islas Canarias y españoles.

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