La Plaza Rembrandt de Ámsterdam, conocida en la lengua local como la Rembrantplein, es un lugar siempre lleno de actividad en el centro de la capital holandesa.
Desde su construcción a finales del siglo XV, el Waag (o Casa de los Pesos) ha servido para usos de lo más variados. El primero de todos, cuando se construyó en 1488, el edificio fue levantado como una de las tres puertas de entrada a la ciudad de Ámsterdam.
La Torre de Montelbaanstoren es una de las últimas estructuras medievales de la ciudad de Ámsterdam. Y representa uno de los hitos de la arquitectura de un tiempo de esplendor y poder en los Países Bajos.
Tienes que ver el Vondelpark. Vondelpark es el parque más grande de Ámsterdam, es una zona verde preciosa situada en el centro de la capital holandesa y los accesos son inmejorables.
La plaza de Leidseplein es un lugar emblemático de la vida nocturna de Ámsterdam que acoge cada día a multitudes de ciudadanos holandeses dispuestos a pasarlo bien y, por supuesto, a viajeros que quieren conocer la capital holandesa. Seguro que como tú.
Quién le iba a decir a los vecinos del barrio obrero de Jordaan en Ámsterdam que sus manzanas, llenas de población inmigrante y dejadas de la mano de Dios, se iba a convertir en una zona chic muy revalorizada. Jordaan era en su momento lo peor de la capital holandesa. Un lugar insalubre, donde abundaban las alcantarillas abiertas, sucio y maloliente. Hoy es una zona de moda de Ámsterdam, limpia, impoluta, que está muy demandada como espacio residencial y para oficinas.
La de Begijnhof es una tranquila zona residencial del centro de la ciudad de Ámsterdam. Su origen se remonta al siglo XIV cuando el entorno con sus casas fue construido para albergar a un grupo de monjas (beatas). Begijnhof significa´éso, ‘beaterio’ o ‘casa de las beatas’.
El Magere Brug, ‘El Puente Delgado’ de Ámsterdam, es considerado por muchos como el paso sobre los canales más hermoso de la ciudad y de todos los que cruzan el río Amstel. Y éso que la capital holandesa suma más de 1.200 puentes. El puente está situado entre los canales de Prinsengracht y Keizersgracht .
La Plaza Dam ha sido durante mucho tiempo un lugar de concentración de palomas, de turistas y de vecinos de Amsterdam. Se trata de una plaza con mucho encanto, con más historia y de visita obligada en cualquier viaje a la capital de Holanda.
La Oude Kerk (Iglesia Vieja) es el templo más antiguo de Ámsterdam. Su historia se remonta al siglo XIV. Lamentablemente, la mayor parte de su decoración fue destruida durante el tiempo de la Reforma, cuando los calvinistas eliminaron las esculturas y todos los adornos del templo.
A Ámsterdam, por sus canales, la llaman la ‘Venecia del Norte’. Los canales de Ámsterdam no sólo son un atractivo principal de la capital holandesa, también es una forma perfecta para recorrer la ciudad y conocerla. Para disfrutar de una ciudad con una mentalidad abierta que es todo un referente de la cultura europea.
Amsterdam es, de todas las formas imaginables, una ciudad de delicadas exquisiteces. Exquisiteces coleccionables que tienen forma de pubs, de cervecerías, de bares, de restaurantes o cafés en cualquier estilo, diseñados o reformados con gusto, y con mobiliarios que alientan temas retros de moda. Todos y cada uno de ellos te hablarán de los matices de una sociedad holandesa urbana amante de la cultura, abierta, y siempre dispuesta a dejarse recrear.
Si tienes el placer de viajar a Ámsterdam, sin duda sus museos son una parte fundamental a visitar de la ciudad. Ninguna otra capital europea posee tantos museos y monumentos por kilómetro cuadrado. Encontramos que en un mismo lugar, en el Museumplein de Ámsterdam (explanada de los museos), se ubican los principales, y diría más importantes, museos de la ciudad e iconos culturales, como son: el Rijksmuseum, el Museo Van Gogh y el Stedelijk Museum. Es aquí donde se encuentra el famoso cartel ‘I Amsterdam’ donde todos nos solemos hacer la típica foto.
Si te encanta viajar y al mismo tiempo disfrutar del arte, especialmente de la pintura y concretamente te apasiona la obra del famoso pintor holandés Vincent van Gogh, en este caso te recomiendo que no pierdas de vista cuando planees tus próximos viajes ciudades como Ámsterdam o la provincia de Brabante, entre otros lugares de la geografía holandesa, donde la figura y el legado del pintor están muy presentes. Prepárate para recorrer la vida y obras del pintor holandés al mismo tiempo que descubres y disfrutas el encanto de Holanda.
En Ámsterdam encontrarás numerosos e importantes museos a visitar, por lo que tendrás que ordenar tus preferencias y planificarte lo mejor posible para no perderte los que más te interesen. En esta ciudad existen más de 60 museos, que se dice pronto, y algunos de los más representativos y que no deberías perderte por nada del mundo son: la Casa de Ana Frank, el Museo Van Gogh, el Rijksmuseum y el Museo Hermitage.
Como en todas las ciudades, una de las mejores formas de descubrir un lugar es a través de sus barrios, sobre todo de sus principales distritos, aquellos que no debes perderte por nada del mundo. Además, podrás recorrerlos de la manera que desees, bien a pie o bien utilizando el transporte más popular de Holanda, la bicicleta.
Si visitas la ciudad de Ámsterdam con días de sobra por delante, en este caso te recomiendo que aproveches para escapar a algunos lugares cercanos a la capital holandesa que bien merecen una visita. De este modo, podrás descubrir diferentes escenarios y ambientes del país, cada uno con su propio encanto y sus particularidades.
¿Nos vamos a Groningen? Groningen es una ciudad del norte de Holanda, la mayor de todas en la zona septentrional. Su desarrollo histórico siempre estuvo ligado al comercio. En la Edad Media, la gente de esta región de Frisia se las tenía que ver con las inundaciones de sus tierras que les hacían la vida imposible.
La ciudad de Ámsterdam nos atrae por sus grandes contrastes, historia y modernidad se agolpan en esta peculiar capital europea. Aquí, podemos disfrutar de un entorno histórico propio del siglo XVII y a su vez gozar de una mentalidad de una ciudad moderna.
Los holandeses que navegaron por Asia en los siglos XVI y XVII se quedaron prendados en China con la porcelana genuina del país. Sus clases dominantes la consumían en grandes proporciones. Y para satisfacer la demanda, para hacer negocio y para abaratar los costes decidieron copiarla.
No hace falta ir muy lejos para abocarnos a precipicios y alturas, para sentir correr la adrenalina durante algunos minutos. Montañas, riscos, acantilados marinos se nos ofrecen siempre cercanos como experiencias para conseguirlo, a las que vamos y de las que venimos. Porque allí se quedan para repetirlas o para recordarlas.
Pero ¿y vivir siempre abocado a darse el trompazo? Comer y dormir en una aparente inestabilidad ¿Es posible vivir así todo el tiempo? Sí, sí, hay quien vive así y no precisamente dedicándose a trabajos de circo.
La moda de los parques temáticos no para de extenderse. Están pensados para entretener, para divertir, están diseñados para un turismo familiar y no dejan de reproducirse a sí mismos con nuevas experiencias basadas en diferentes tecnologías a cual más efectista.
Islas artificiales dedicadas a países como las de los Emiratos Árabes, centros que apelan al mundo audiovisual o parques de aventuras americanos que ofrecen naturaleza y entretenimiento son algunas de las fórmulas más llamativas de sus originales puestas en escena.
Sin embargo, hay otros parques temáticos que no se venden como tales que dejan un rastro, creo que más profundo y duradero en el visitante.
Son los que yo llamaría parques temáticos históricos que consisten en agrupaciones de elementos patrimoniales unidos por un mismo tema y que representan una inmersión en un mundo ajeno, distante en el tiempo, menos efectista que los parques temáticos de aguas y toboganes, pero con un atractivo igual de singular.
Holanda tiene los indudables encantos del agua de sus canales, los de su campiña y los de sus llanuras interminables de baja cota enfrentados con el temible mar. A veces, las defensas toman la forma de polders, a veces de murallas urbanas y canales de drenaje, a veces de barreras que se oponen al Mar del Norte y que quitan de la vista las olas. A veces, es todo eso junto.
¿Alojarse en un hotel en Holanda con vistas al mar puede ser una temeridad? No tiene por qué. Pero lo que si tiene por qué ser es que puede ser una oportunidad para ver esa dicotomía, tierra-agua en primera fila.
Holanda es un país que ha transformado su temor al agua en una ventaja. Una parte importante del territorio de los Países Bajos se encuentra por debajo del nivel del Mar del Norte y la altura máxima, la montaña más elevada, no pasa de los trescientos metros y está prácticamente fuera de Holanda, en la frontera con Bélgica.